Si usted se preocupa en exceso por asuntos triviales, siente temor y anticipa siempre lo peor, tiene tensión muscular, inquietud, dificultad de concentración, insomnio, irritabilidad o fatiga, puede estar sufriendo de ansiedad.


Normalmente se necesita cierto nivel de ansiedad ("ansiedad normal") para poder enfrentar las necesidades de nuestra vida. La ansiedad es un fenómeno que se da en todas las personas y que, bajo condiciones normales, mejora el rendimiento y la adaptación al medio social, laboral, o académico. Tiene la importante función de movilizarnos frente a situaciones amenazantes o preocupantes, de forma que hagamos lo necesario para evitar el riesgo, neutralizarlo, asumirlo o afrontarlo adecuadamente. Por ejemplo, nos ayuda a estudiar si estamos frente a un examen, estar alerta ante una cita o una entrevista de trabajo, huir ante un incendio, etc. Sin embargo, cuando ésta emoción se transforma en un obstáculo para el buen funcionamiento social y familiar, interrumpe nuestras actividades cotidianas o incluso llega a aterrorizarnos, muy posiblemente estemos padeciendo algún trastorno de ansiedad.


¿Cuáles son los síntomas más frecuentes?


La principal característica es la sensación de preocupación y tensión continuas que no están relacionadas con alguna causa específica. Lo más frecuente son quejas de sentirse constantemente "nervioso", con aprehensión, inquietud, temblores, sudoración, mareos, palpitaciones, sensación de "falta de aire" y/o de opresión en el pecho, molestias abdominales, irritabilidad, tensión muscular, cansancio y dificultad para relajarse, en ocasiones pueden presentarse síntomas como tristeza, apatía y desesperanza.

Las manifestaciones sintomatológicas de la ansiedad son muy variadas y pueden clasificarse en diferentes grupos:


  1. Físicos: Palpitaciones, opresión en el pecho, falta de aire, temblores, sudoración, molestias digestivas, náuseas, vómitos, sensación de "nudo o vacío" en el estómago, alteraciones en la alimentación, tensión y rigidez muscular, cansancio, hormigueo, sensación de mareo e inestabilidad. Si la ansiedad es muy intensa pueden aparecer alteraciones del sueño, la alimentación y la respuesta sexual.

  2. Psicológicos: Sensación de amenaza o peligro, ganas de huir o atacar, inseguridad, sensación de vacío, sensación de extrañeza o despersonalización, temor a perder el control, recelos, sospechas, incertidumbre, dificultad para tomar decisiones. En casos más extremos, temor a la muerte, la locura, o el suicidio.

  3. Manifestaciones Conductuales: Estado de alerta e hipervigilancia, bloqueos, torpeza o dificultad para actuar, impulsividad, inquietud motriz, dificultad para estarse quieto y en reposo. Estos síntomas vienen acompañados de cambios en la expresión corporal y el lenguaje corporal: posturas cerradas, rigidez, movimientos torpes de manos y brazos, tensión de las mandíbulas, cambios en la voz, expresión facial de asombro, duda o tensión muscular, etc.

  4. Manifestaciones Intelectuales o Cognitivas: Dificultades de atención, concentración y memoria, aumento de los "despistes y descuidos", preocupación excesiva, expectativas negativas, rumiación, pensamientos distorsionados e inoportunos, incremento de las dudas y la sensación de confusión, tendencia a recordar sobre todo cosas desagradables, sobrevalorar pequeños detalles desfavorables, abuso de la prevención y de la sospecha, interpretaciones inadecuadas, susceptibilidad, etc.

  5. Manifestaciones Sociales: Dificultades para iniciar o seguir una conversación en unos casos y verborrea en otros, bloquearse o quedarse en blanco a la hora de preguntar o responder, dificultades para expresar las propias opiniones o hacer valer los propios derechos, temor excesivo a posibles conflictos, etc.


¿A quiénes afecta con más frecuencia?


Se estima que de 2-3% de la población mundial tiene un trastorno de ansiedad. Este es más frecuente en mujeres que en hombres y está a menudo relacionado con estrés ambiental crónico, aunque se han encontrado factores hereditarios y relacionados con la estructura biológica de las personas como factores que ayudan a que este trastorno se desarrolle. Este trastorno se puede iniciar desde la infancia o adolescencia aunque también puede presentarse por vez primera en la edad adulta y es frecuente que se asocie con depresión.


Trastorno de Ansiedad Generalizada


El Trastorno de Ansiedad Generalizada (TAG) es más intenso de lo que una persona normal con ansiedad experimenta en su vida diaria. Es preocupación y tensión crónicas aún cuando nada parece provocarlas. El sufrir de este trastorno significa anticipar siempre un desastre, frecuentemente preocupándose excesivamente por la salud, el dinero, la familia o el trabajo. Sin embargo, a veces, la raíz de la preocupación es difícil de localizar. El simple hecho de pensar en pasar el día provoca ansiedad.

Las personas que padecen de TAG no pueden deshacerse de sus inquietudes aún cuando generalmente comprenden que su ansiedad es más intensa de lo que la situación amerita. Quienes padecen de TAG también parecen no poder relajarse. Frecuentemente tienen trabajo en conciliar el sueño o en permanecer dormidos. Sus preocupaciones van acompañadas de síntomas físicos, especialmente temblores, tensión muscular, dolores de cabeza, irritabilidad, sudoración o accesos de calor. Pueden sentirse mareadas o tienen la sensación de falta el aire. Pueden sentir náusea o que tienen que ir al baño frecuentemente. O pueden sentir como si tuvieran un nudo en la garganta.

Muchos individuos con TAG se sobresaltan con mayor facilidad que otras personas. Tienden a sentirse cansados, les cuesta trabajo concentrarse y a veces también sufren de depresión. Por lo general, las limitaciones asociadas con el TAG son "relativamente moderadas" y las personas con este trastorno no se sienten restringidas dentro del medio social o en el trabajo. A diferencia de muchos otros trastornos de ansiedad, las personas con TAG no necesariamente evitan ciertas situaciones como resultado de su trastorno. Sin embargo, si éste es severo, el TAG puede ser muy incapacitante, resultando en dificultad para llevar a cabo hasta las actividades diarias más simples.

El TAG se presenta gradualmente y afecta con mayor frecuencia a personas en su niñez o adolescencia, pero también puede comenzar en la edad adulta. Es más común en las mujeres que en los hombres y con frecuencia ocurre en los familiares de las personas afectadas. Se diagnostica cuando alguien pasa cuando menos 6 meses preocupándose excesivamente por varios problemas diarios.

Padecer de TAG siempre quiere decir anticipar desastres, frecuentemente preocuparse demasiado por la salud, el dinero, la familia o el trabajo. Las preocupaciones frecuentemente se presentan acompañadas de síntomas físicos tales como temblores, tensión muscular y náusea. En general, los síntomas de TAG tienden a disminuir con la edad.

Un tratamiento adecuado puede incluir el uso de medicación y/o psicoterapia.


Trastorno de Pánico


Es el grado más intenso y extremo de ansiedad. En éste padecimiento la persona tiene la sensación de que va a perder la razón, la vida o que ocurrirá una catástrofe inminente.

Los síntomas de un ataque de pánico son los siguientes:

Quienes padecen de trastornos de pánico experimentan sensaciones de terror que les llegan repentina y repetidamente sin previo aviso. No pueden prever cuando les va a ocurrir un ataque y muchas personas pueden manifestar ansiedad intensa entre cada uno de los episodios preocupandose anticipadamente por el siguiente. Entre tanto, existe una continua preocupación de que en cualquier momento se va a presentar otro ataque.

Cuando llega un ataque de pánico, la persona sufre palpitaciones y se siente sudorosa, débil o mareada. Puede sentir cosquilleo en las manos o sentirlas entumecidas y posiblemente se sienta sofocada o con escalofríos. Puede experimentar dolor en el pecho o sensaciones de ahogo, de irrealidad o tener miedo de que suceda una calamidad o de perder el control. La persona puede, en realidad, creer que está sufriendo un ataque al corazón o de una embolia, que está perdiendo la razón o que está al borde de la muerte. Los ataques pueden ocurrir a cualquier hora aún durante la noche al estar dormido, aunque no esté soñando.

Casi todos los ataques duran aproximadamente dos minutos, sin embargo en ocasiones pueden durar hasta 10'. En casos raros pueden durar una hora o más.

El trastorno de pánico ataca cuando menos al 1.6 por ciento de la población y es doblemente más común en las mujeres que en los hombres. Puede presentarse a cualquier edad (inclusive en niños y ancianos), pero casi siempre la edad de inicio es en la adultez temprana.

No todos los que sufren ataques de pánico terminan teniendo trastornos de pánico. Por ejemplo, muchas personas sufren un ataque y nunca vuelven a tener otro. Sin embargo, para quienes padecen de trastorno de pánico es importante obtener tratamiento adecuado. Un trastorno así, si no se atiende, puede resultar incapacitante.

El trastorno de pánico frecuentemente va acompañado de otros problemas tales como depresión o alcoholismo y puede originar fobias relacionadas con lugares o situaciones donde los ataques de pánico han ocurrido. Por ejemplo, si usted experimenta un ataque de pánico mientras usa un elevador, es posible que llegue a sentir miedo de subir a los elevadores y posiblemente empiece a evitar usarlos. Las vidas de algunas personas han llegado a hacerse muy restringidas porque evitan actividades diarias normales como ir al mercado, manejar un vehículo o, en algunos casos hasta salir de su casa. O bien, pueden llegar a confrontar una situación que les causa miedo siempre y cuando vayan acompañadas de su cónyuge o de otra persona que les merezca confianza. Básicamente, evitan cualquier situación que pueda hacerlas sentirse indefensas si ocurre un ataque de pánico. Cuando, como resultado de este mal, las vidas de las personas llegan a ser tan restringidas como sucede en casi una tercera parte de las personas que padecen de trastornos de pánico, es posible que se haya desarrollado una agorafobia. La tendencia a padecer trastorno de pánico y agorafobia tiende a ser hereditaria. Sin embargo el tratamiento oportuno al trastorno de pánico puede frecuentemente detener el progreso hacia la agorafobia.

El tratamiento del trastorno de pánico es farmacológico y/o psicoterapéutico.


Fobias

Las fobias tienen diferentes modos de presentación. Una fobia específica significa un miedo a algún objeto o situación determinada. Una fobia social es el miedo a colocarse en una situación sumamente vergonzosa en un medio social. Por último, la agorafobia, que frecuentemente acompaña al trastorno de pánico es el miedo que siente la persona de encontrarse en cualquier situación que pueda provocar un ataque de pánico o de la cual le sea difícil escapar si éste llegara a ocurrir.


Fobias específicas

Muchas personas experimentan fobias específicas, es decir, miedos intensos e irracionales a ciertas cosas o situaciones. Algunos de los más comunes son: a los perros, los espacios cerrados, las alturas, las escaleras eléctricas, los túneles, manejar en carreteras, al agua, el volar y las heridas que produzcan sangre. Las fobias no son únicamente miedo extremo, son miedo irracional. Usted puede esquiar en las montañas más altas con toda facilidad pero siente pánico de subir al décimo piso de un edificio de oficinas. Los adultos con fobias comprenden que sus miedos son irracionales pero frecuentemente el enfrentarse a los objetos o a las situaciones que las ocasionan o siquiera pensar en enfrentarlos, ocasiona un ataque de pánico o ansiedad severa.

Las fobias específicas atacan a más de una de cada diez personas. Nadie sabe exactamente qué las produce aunque existe una fuerte predisposición hereditaria. Afecta con mayor frecuencia a las mujeres que a los hombres. Usualmente aparecen primero en la adolescencia o en la edad adulta. Comienzan repentinamente y tienden a ser más persistentes que las que se inician en la niñez. De las fobias de los adultos, más o menos el 20 por ciento desaparecen solas. Cuando los niños tienen fobias específicas (por ejemplo miedo a los animales), esos miedos por lo general desaparecen con el tiempo aunque pueden extenderse a la edad adulta. Se desconoce el porque persisten en algunas personas y desaparecen en otras.

Las personas que padecen de una fobia específica usualmente no buscan ayuda profesional si les es posible evitar el motivo del temor (por ejemplo el preferir viajar por carretera en lugar de hacerlo por avión). Cuando las fobias interfieren con la vida cotidiana, la evaluación y tratamiento profesional son de fundamental importancia.


Fobia Social

La persona que tiene una fobia social presenta un miedo intenso a sentirse humillado o avergonzado en situaciones sociales frente a otras personas.

Presenta una fuerte predisposición hereditaria y es común su asociación a la depresión. El primer episodio fóbico generalmente ocurre en la adolescencia, aunque también suele aparecer durante la infancia.

La persona que cursa con fobia social piensa y se siente incompetente en situaciones sociales, y considera a los demás sumamente aptos para conducirse en público. Los "pequeños errores" que comete le parecen catastróficos y el ruborizarse le es sumamente vergonzoso. Esto hace que se sienta el centro de burlas y críticas. Asímismo puede tener temor de estar con personas que no son de su confianza. En ocasiones el miedo puede ser más específico, como el presentar ansiedad de hablar en público, dar un discurso, tener una entrevista con su jefe o alguna otra figura de autoridad.

La fobia social más común es el miedo de hablar en público.

Muchas veces la fobia social se presenta en situaciones como el estar en una fiesta, utilizar un baño público, comer fuera de casa, hablar por teléfono, escribir frente a otras personas, etc.

Este trastorno es frecuentemente confundido con la timidez, sin embargo las personas tímidas no experimentan la ansiedad que sufre la persona fóbica ni tampoco evitan las situaciones que les causan angustia. Las personas con fobia social no son necesariamente tímidas. Pueden sentirse totalmente cómodas con personas allegadas la mayor parte del tiempo, pero en situaciones especiales pueden sentir ansiedad intensa. La fobia social afecta la vida cotidiana, por ejemplo, un ejecutivo puede no aceptar un ascenso en su trabajo por no sentirse apto para hacer presentaciones en público. La ansiedad en los días o semanas previas a un evento social (ansiedad anticipatoria) puede llegar a ser un tormento.

Quiénes padecen de fobia social tienen claro que sus sensaciones son irracionales, sin fundamento. Sin embargo, experimentan una gran aprehensión antes de enfrentarse a la situación que temen y harán todo lo posible para evitarla. Aún cuando puedan enfrentarse a lo que temen, generalmente sienten gran ansiedad desde antes y están muy incómodas todo el tiempo. Posteriormente, las sensaciones desagradables pueden continuar con la preocupación de haber sido juzgados o con lo que los demás hayan pensado u observado respecto a ellos.


Agorafobia


La agorafobia se define como el miedo de encontrarse en lugares o situaciones de las cuales pueda ser difícil o embarazoso "escapar", o en las que no es fácil obtener ayuda en el caso de que aparezcan repentinamente síntomas que pudieran ser incapacitantes o extremadamente embarazosos. Entre los síntomas más comunes se encuentran: mareo, sensación de pérdida de estabilidad, percepción de que el ambiente conocido ya no es el mismo o que uno mismo es diferente, ganas de orinar o evacuar, náuseas, falta de aire, etc.

La persona que sufre agorafobia restringe en forma importante su vida cotidiana. Entre las situaciones agarofóbicas más comunes están el encontrarse solo fuera de casa; acudir a sitios donde se concentran multitudes (como los estadios, centros comerciales, cines, hacer cola en una tienda, banco, etc.); pasar por un puente; viajar en coche, camión, autobús, tren; enfrentar el tráfico lento de un congestionamiento de tránsito, etc.

La agorafobia puede ser leve cuando se observa algún tipo de evitación de las situaciones que causan malestar, pero en general la vida es relativamente normal. Se considera moderada cuando la evitación da lugar a un tipo de vida bastante restringida, por ejemplo cuando el individuo es capaz de salir solo a lugares cercanos a casa, pero no puede desplazarse algunos kilómetros sin compañía. La agorafobia es grave en el caso de que la evitación obligue a estar casi por completo al individuo dentro de casa, o hace al individuo incapaz de salir de ella sin compañía.

En muchos casos, la agorafobia es parte de una condición psiquiátrica llamada "trastorno por angustia con agorafobia". Este se caracteriza por presentar episodios inesperados de ansiedad sin estar en contacto con la situación fóbica, desarrollandose posteriormente el temor agorafóbico. Estas crisis pueden tener los siguientes síntomas: falta de aliento o sensaciones de ahogo, mareo, sensación de inestabilidad, sensación de pérdida de conciencia, palpitaciones o ritmo cardíaco acelerado, temblor o sacudidas, sudoración, sofocación, náuseas o molestias abdominales, adormecimiento o sensación de cosquilleo en diferentes partes del cuerpo, escalofríos, dolor u opresión en el pecho, miedo a morir, o a volverse loco, o a perder el control.


Trastorno obsesivo-compulsivo


El trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) es un padecimiento caracterizado por presentar pensamientos o rituales que el sujeto no puede controlar. Quien padece de TOC puede estar abrumado por pensamientos e imágenes persistentes indeseables, o por la necesidad urgente de llevar a cabo ciertos actos. Es común que la persona esté obsesionada con la contaminación por gérmenes o mugre y en ese caso se lava las manos una y otra vez. Puede estar llena de dudas y sentir la necesidad de reconfirmar las cosas repetidamente. Puede estar preocupada por pensamientos relacionados con la violencia y teme hacer daño a las personas que están a su alrededor. Puede pasar largos períodos de tiempo tocando las cosas o contando. Puede estar preocupada por el orden y la simetría. Tener pensamientos persistentes de llevar a cabo actos sexuales que le son aberrantes o puede afligirle tener pensamientos que van contra de su religión.

Los pensamientos o las imágenes persistentes e indeseables se llaman obsesiones y los actos o rituales que se celebran para tratar de prevenirlas o disiparlas se llaman compulsiones. El llevar a cabo estos rituales solamente alivian el malestar de la persona en forma temporal, ya que las ideas obsesivas son recurrentes.

Muchas personas revisan la estufa o la cerradura de la entrada varias veces y esto es normal. Sin embargo, cuando esto consume gran cantidad de tiempo diario, resulta angustiante o interfiere con la vida cotidiana puede ser debido a la presencia del TOC. Los adultos con este problema de salud pueden reconocer que lo que están haciendo no tiene sentido, pero no pueden evitarlo. Sin embargo, también es común que los sujetos - especialmente niños con TOC - no comprendan que su comportamiento está fuera de lo normal.

El TOC afecta por igual a hombres y mujeres - 1 de cada 50 personas -. Puede aparecer en la niñez, en la adolescencia o en la adultez. Un tercio de los adultos con TOC experimentaron sus primeros síntomas en la niñez. El curso que sigue la enfermedad es variable: los síntomas "pueden ir y venir", aliviarse por un tiempo o empeorar progresivamente. La evidencia de que se dispone sugiere que el TOC puede ser hereditario.

La depresión u otros trastornos de ansiedad pueden acompañar al TOC. Además, algunas personas con TOC sufren de trastornos de la alimentación. También pueden evitar las situaciones en las cuales tengan que enfrentarse a sus obsesiones. O pueden tratar, sin éxito, de usar alcohol o drogas para aliviar su angustia.


Trastorno por estrés postraumático


El trastorno por estrés postraumático (TEP) es un estado secundario a una experiencia catastrófica. Frecuentemente, las personas que sufren de TEP tienen persistentemente memorias y pensamientos relacionados a su experiencia y se sienten emocionalmente paralizadas. El TEP puede ser el resultado de eventos traumáticos como el secuestro; los accidentes graves (choques de automóviles, trenes, etc.); desastres naturales como inundaciones o temblores; hechos violentos como los asaltos, violaciones o tortura. El evento que desata este trastorno puede ser algo que amenace la vida de esa persona o la vida de alguien cercano a ella. Puede también ser algo que observó, como por ejemplo la destrucción en masa después de la caída de un avión. Algunas personas con TEP repetidamente vuelven a vivir el trauma en forma de pesadillas y recuerdos angustiantes durante el día. Es frecuente el insomnio, la depresión, estados de indiferencia o sobresaltos espontáneos, pérdida de interés en cosas que antes causaban alegría, dificultades en la expresión del afecto, irritabilidad, agresividad, violencia. El ver situaciones que recuerdan el incidente puede ser molesto, lo que podría hacerles evitar ciertos lugares o situaciones que les traigan a la mente esas memorias. Los aniversarios de lo que sucedió frecuentemente son traumáticos. Sucesos ordinarios pueden recordar el trauma y ocasionar pensamientos inquietantes o imágenes intrusivas. En casos severos los afectados pueden tener dificultades para trabajar o para socializar. En general, los síntomas pueden ser peores si el evento que los ocasiona fue obra de una persona como en el caso de una violación, a comparación de uno natural como es una inundación. Los eventos ordinarios pueden traer el trauma a la mente e iniciar recuerdos retrospectivos o imágenes intrusivas. Un recuerdo retrospectivo puede hacer que la persona pierda contacto con la realidad y vuelva a vivir el evento durante un período de unos segundos o por horas o, muy raramente, por días. Una persona que tiene recuerdos retrospectivos que pueden presentarse en forma de imágenes, sonidos, olores o sensaciones, generalmente cree que el evento traumático está volviendo a repetirse.

No todas las personas traumatizadas sufren un verdadero caso de TEP o experimentan TEP en lo absoluto. Se diagnostica TEP únicamente si los síntomas duran más de un mes. En aquellas personas que tienen TEP, los síntomas generalmente comienzan tres meses después del trauma y el curso de la enfermedad varía. Hay quienes se recuperan dentro de los siguientes 6 meses. A otros, los síntomas les duran mucho más tiempo. En algunos casos, la condición puede ser crónica. Ocasionalmente, la enfermedad no se detecta sino hasta varios años después del evento traumático.


Condiciones Coexistentes

Muchas personas cursan con un sólo tipo de trastorno de ansiedad, pero no es raro que un trastorno de ansiedad venga acompañado de otro problema como por ejemplo depresión, problemas alimentarios, alcoholismo, abuso de drogas o medicamentos u otro trastorno de ansiedad. Frecuentemente quienes padecen de un trastorno de pánico o fobia social, también experimentan la intensa tristeza y desaliento asociado con la depresión, o se hacen adictos al alcohol. En esos casos, estos problemas también necesitarán atenderse.



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